lunes, 12 de diciembre de 2016

Otra noche en Jesse Joyce - GISELLE ARONSON - Haedo

En 15 minutos va a ser la medianoche y, aunque sé que estoy llegando una hora más tarde, también sé, por lo mismo, que voy a llegar temprano.
Desde el vidrio delantero del remise ya se ven las luces de Jesse Joyce, el nuevo megaimperio de la movida literaria tropical: neones alrededor de la fachada y, de la terraza, dos haces jolivudenses de luz blanca atraviesan el cielo de la noche de Haedo y se pierden en el abismo y en la vista.
Le pago al remisero y veo que ya se formó cola en la puerta. Las noches de los viernes son de los de treinta en adelante y esa es la edad promedio de los que esperan su turno para entrar.
A cada lado del portón, dos profesores de letras me hacen las preguntas de rigor: quién escribió el Quijote y quién El entenado. Acredito mi aptitud para entrar y, cuando los profes me abren paso les suelto: “igual venía a leer, chiquis”. Todos nos reímos.
Adentro, el boliche está a medio llenar. Desde la barra, Flor, la anfitriona, me hace señas y voy a su encuentro. Nos abrazamos, me cede su trago y me acompaña al vip. Allí me reúno con el resto de los lectores de la noche. Acordamos las ubicaciones de cada uno. Me asignan la tarima a la izquierda del escenario.
Mientras esperamos la hora indicada, conversamos con mis compañeros de show sobre las novedades editoriales e intercalamos con rumores del ambiente. Es sencillo, nos conocemos todos y lo que no se sabe, se intuye. Y si no, se inventa, que para eso somos escritores.

Todos consensuamos no mencionar al maestro: ni su nombre, ni su apellido ni nada referido a su obra. Flor nos avisó que hace varios fines de semana, entre la gente, se esconden sus abogados y su viuda. Nos asombramos, no sabíamos de las costumbres trasnochadoras de la señora. Dice Flor que están atentos a cada lectura, no se pierden una palabra. Que han llegado a cuestionar la aparición de vocablos como laberinto, espejos, tigre, biblioteca. Que nunca, hasta ahora, reaccionaron ante esas palabras pero que tenemos que ser muy cautos con respecto a su nombre, el título de alguna de sus obras, algo así.

Continuará...

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