Funcionó desde un año inmemorable, en el centro
de la ciudad de San Martín frente al Palacio Municipal, el exclusivo Club del
Olvido, cuyos prestigiosos miembros recibían un carné que les franqueaba el
ingreso a la entidad y les permitía gozar del beneficio de olvidar
absolutamente todo. Si bien es cierto que en el seno de la comisión directiva
existió siempre un conflicto sobre lo que era absoluto y relativo, tal
discusión filosófica terminó, obviamente, olvidada. Simple es saber que nadie
recuerda haber formado parte del club, nadie tiene su carné social, nadie nunca
abonó la cuota mensual: todo esto es una muestra concreta de la existencia real
de una institución que nos permite andar livianos sabiendo que en algún momento
olvidaremos todo, lo hermoso y lo terrible.
Genial
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